Nuestra aventura comenzó temprano, con nuestros alumnos mostrando tanto entusiasmo como algo de sueño tras el madrugón. El destino: una ciudad conocida por su rica historia y su atmósfera multicultural que prometía ofrecer experiencias inolvidables: Lille.
Al llegar, nos aguardaba un momento especial: el reencuentro con sus compañeros franceses, quienes les recibieron con sonrisas amplias y abrazos sinceros. La conexión que habían establecido previamente en Sanlúcar se reflejaba en la alegría mutua y en los saludos cálidos que parecían borrar la distancia y el tiempo. Poco después, llegaron las familias anfitrionas, que se encargaron de llevar a los estudiantes a sus nuevos hogares temporales. Para muchos, este fue uno de los momentos más significativos del viaje: el paso a la inmersión total en la cultura francesa. Los estudiantes, aunque nerviosos al principio, encontraron rápidamente un lugar en las dinámicas familiares.